¿Y ahora qué?

A simple vista puede parecer que uno se adapta,aunque a veces cuesta.  
Cuesta mirar al cielo y darte cuenta de que no es el mismo; despertar en las mañanas en una habitación fría y sin nada que te pertenezca, aún no se vuelve costumbre pero pasa desapercibido entre el quehacer del día el cual parece nunca acabar.
Las llamadas de tu madre, que en otros tiempos parecían algo corriente o hasta tedioso, hoy son lo mas esperado y valioso en el mundo; siempre sobran motivos para llorar, pero basta con recordar que no será para siempre, confiar en que el amor sigue allí: el amor a la patria,a los tuyos, a tus cosas... a lo que eras. 
Eso que llaman apego tiene fama de ser perjudicial pero ¿acaso no son esos detalles los que nos hacen ser quienes somos? Estamos hechos de historias como dijo Galeano y sí las dejamos al olvido, no seremos nada.
Hay un instante, en donde te detienes ante ese ir y venir de nostalgias, para decidir qué hacer y seguir adelante, aceptar la nueva vida que tienes, guardar tus recuerdos  y pensar en qué es lo que quieres, pues de alguna manera hay que hacer que todo ese sacrificio de dejar tus raíces y empezar de nuevo valga la pena. 
Se trata de vivir el presente, disfrutar de donde estás y agradecer hoy. 

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